lunes, 30 de junio de 2014

Viajar

Siempre he pensado que cuando viajas ganas mucho más de lo que podrías imaginar.
De cuando en cuando, cuando te cruzas con alguien, puedes ver en sus ojos si ha viajado mucho o poco.
Viajar te libera la mente de una forma indescriptible.
Te expande por dentro.
Te hace conectar más y más con el mundo.
Te hace amar de una forma que jamás pensarás que lo harías.

Es cierto que es posible enamorarse de una ciudad como lo harías de una persona.
¿Quién no recuerda la oda que hace de "Manhattan" Woody Allen?

Yo también me he enamorado, en apenas un mes.
Tras mirarla de pasada, vestida de un verde que jamás había conocido, llegué a pensar que tampoco era mi lugar. Tras cuatro días, me demostró que era mucho más de lo que pudiera imaginar.
Cuanto más conocía de ella más me enamoraba, y cuanto más me perdía en ella más me encontraba a mí misma.
También exploré sus alrededores. No puedo encontrar las palabras para describir sus maravillas.
¿Sabes esa libertad de felicidad completa, de haber encontrado tu lugar favorito en el mundo?

Nunca me cansaría de admirar ese verde en las colinas, con las casas aisladas gritando las historias de las familias que allí viven.
Nunca me cansaría de admirar el especial azul del mar bravo bajo la lluvia, el viento, las nubes grises.
Esas cuatro estaciones en un sólo día.
La calidez de la gente.
La historia marcada en cada esquina.

Irlanda.