martes, 10 de febrero de 2015

Día Especial (21).

Cuando los días son especiales, esperamos.
Esperamos de los demás;






esperamos que cumplan las promesas que escribieron de forma implícita en el aire, en forma de braille ondulado que recogían tus pestañas cada fría mañana, y cada noche.


Sí.

Generalmente, no se nos defrauda-
       -los amigos están ahí, con el hombro a punto, con el chiste en la boca para hacer de tu día un día mejor.
Y la familia (la de verdad), tiene el calor preparado para irradiarlo por todas las esquinas con las que poder cuadrar todos los círculos.


Los días especiales no se crean solos, los construyen. En los días especiales miras atrás para repasar las lecciones aprendidas, para pasar a limpio todas las notas de la vida que tomaste con prisa y sin prestar mucha atención (ah, ¡por fin tienen significado!). Los días especiales te reviven y tus frustraciones y penas caen como plumas de fénix, o, al menos, ondulan muy cerca del desprendimiento.

Hora de un día especial,
hora de esperaros.
Bienvenido sea cualquiera el que contribuya con una sonrisa, una palabra amable, un gesto de cariño.
Ahí estaré, yo, para sonreír de vuelta, y decir

"Gracias". 

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