lunes, 2 de noviembre de 2015

dolor

He aquí, de nuevo, el bucle sin fin.
Mi pecho dolorido y amoratado, después, la sanación.
No termino de curarme cuando apareces y te muestro mis heridas. Lames la sangre con cuidado, me acaricias tiernamente como a un animal.
No termina de cerrar la herida cuando la abres de nuevo.

Un cuchillo dolorido que se va, y no hago más que volver a por otro más profundo, más profundo...
¿Te quedarás?
No me queda opción más que arriesgarme, arrastrar mi cuerpo por el barro, beber la lluvia y armarme de valor.
No te imaginas lo fuerte que soy, aunque no lo parezca. Lo soy. Porque de ninguna otra manera podría continuar aguantando fraccionada en mil pedazos, despertando como Sísifo, y al amanecer, una vez terminada la magia de la noche, despertando de nuevo amargamente, con el vacío que ha dejado tu espacio, con la brecha abierta. Ya no lames mi sangre. De hecho, casi puedo ver cómo te das la vuelta.

La pregunta es... ¿gritar tu nombre una última vez o morir en silencio?
No importa... No termino de encontrar la voz cuando ya se me cierran los ojos.

Silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario