—
No entiendo
por qué te infravaloras tanto.
Me quedé perpleja, y congelé el
tiempo mirándole directamente a las pupilas. Esperaba que se explicara. Pareció
adivinar lo que pensaba, así que continuó hablando.
—
Eres… Eres
frágil, pero a la vez eres la persona más fuerte que conozco. Eres como el
vidrio. — Hizo una pausa con los brazos en
jarra y miró hacia el techo blanco, como si en él estuvieran escritas las
palabras que iba a decir — Eres frágil, como el cristal, pero a la vez
eres fuerte. Y cuando te rompen, eres capaz de reconstruirte sin que nadie
pueda notar la diferencia.
Me imaginé el proceso de
reciclado de una botella de vidrio de color verde. Me había gustado escuchar
esas palabras. Me arrojé a él y hundí mi cara en su pecho.
—
¡Qué haría
yo sin ti!
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